Me fui sola al viaje de mis sueños. Entre ballenas y estrellas en Baja California Sur.
- Ana Sofía M.
- 19 mar 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 7 ene
Durante años, soñé con la experiencia de avistar ballenas grises y jorobadas en los mágicos paisajes de Baja California Sur. Finalmente, llegó el momento de hacerlo realidad y aquí te cuento cómo lo hice.

Ver ballenas grises en Bahía Magdalena y luego jorobadas en Los Cabos es un viaje que requiere de mucha logística y no me parecía un viaje que pudiera hacer completamente sola.

Durante mucho tiempo pospuse esta aventura esperando que alguien me quisiera acompañar pero nunca nada se concretaba. Las temporadas de ballenas se me escapaban antes de que encontrara cómo ir.
Hasta que, a finales de 2023, decidí no dejar pasar otra temporada de ballenas. Aunque eso significara ir sola, encontré una forma de hacerlo.
Así fue como llegué a un anuncio en Instagram de Top México sobre un viaje fotográfico para ver ballenas y estrellas en la Baja. El viaje se encargaba de toda la logística que me preocupaba y lo más especial, era que iba a poder practicar uno de mis hobbies, retratando a mis animales favoritos.
Tomé la decisión de ir, sin saber cuántas personas irían o quiénes eran. Solo sabía que me moría de nervios y ganas por vivir esta experiencia.
Quienes están detrás de Top México son 3 fotógrafas increíblemente talentosas que te asesoran para que tomes las mejores fotos. Ya les contaré más adelante de ellas, que todas se ganaron un lugar muy especial en mi corazón.
Empezó el viaje...
Aterricé en La Paz, Baja California donde todo el grupo nos encontramos. De ahí nos fuimos a Bahía Magdalena. Uno de los mejores lugares para ver ballenas grises en el mundo.
Comimos y nos embarcamos a nuestro campamento a 40 minutos dentro de la Bahía. El viento estaba tan fuerte que tuvimos que esperar varias horas para poder irnos al campamento. Nos cayó la noche a toda velocidad en el mar. En ese momento, creo que recuperé mi alma aventurera. El viento en la cara, las estrellas encima de nosotros. Un abismo con un secreto que solo veríamos con la luz del día.
Dormimos unas horas y nos levantamos para llegar de nuevo en embarcación a unas dunas en medio de manglares. Las estrellas no volvieron a salir, pero disfrutamos cada segundo del amanecer y de las olas gigantes de arena.



Cuando llegó el momento de irnos, en el horizonte apareció uno grupo de coyotes. Esperando que les dejáramos las dunas con la misma paz con la que las recibimos.

Comimos y descansamos. Luego, fuimos a perseguir el atardecer y, en el camino, unos coyotes salieron a saludarnos. Como decían los locales "eso vale oro", rara vez están tan cerquita.



Al día siguiente, regresamos a las dunas, no hay nada más bonito que ver como el viento ilustra con la arena.

Después llegó uno de los momentos que más esperábamos, saludar a las ballenas grises.

Cuando finalmente vi como sus colas salían a la superficie, no podía de la emoción. Fue un día nublado y tranquilo. No se acercaron mucho a las embarcaciones, ni las pudimos apapachar como nos hubiera gustado pero verlas nadar alrededor de nosotros fue suficiente espectáculo.



Llegó el momento de partir de Bahía Magdalena, un lugar al que estoy segura que tendré que regresar. Una mención especial al capi Manuel, que le tocó a mi grupo. Hizo que moverse por el mar a toda velocidad pareciera algo tan sencillo, que le dejas de tener miedo.
Dejando atrás Puerto San Carlos, el cielo nos dijo adiós con el atardecer más saturado que he visto en años. De los que colecciono con más cariño. Todo para desearnos excelente camino hacia los Cabos.

La mañana siguiente, en Los Cabos, llegó el momento de ir a intentar ver estrellas a la Playa las Viudas. No tuvimos mucho éxito, hasta que salió el sol y hubo algo mejor que estrellas. Subieron los drones y vimos ballenas. Muchas familias diferentes viajando con sus ballenatos, bailando entre ellas.
Desde tierra firme también las veíamos. Un poco de sus espaldas, un poco de sus colas hasta que...

Por más lejos que me encontraba, estaba lista y logré capturarlas saltando. Una locura para la distancia a la que me encontraba.

Ana, que estaba volando su dron, capturó el mismo momento pero desde arriba. Regresamos a comer felices, emocionados de ver qué nos esperaba al atardecer cuando ahora sí saliéramos a verlas en embarcación.
Esa tarde nos trajo lo que mis ojos llevaban año soñando con ver. Ballenas jorobadas saltando a unos cuantos metros de distancia. Una tras otra, las fui disfrutando inmensamente, practicando lo difícil que es capturarlas en el aire, enseñándome la magia de lo impredecible.

Una de esas grandes oportunidades que la naturaleza me permitió ver fue a un ballenato jugando a balancear su cola por todo lo alto. Junto a su mamá, estuvieron por varios minutos en la superficie jugando a azotar sus aletas en las olas.

Cuando llegó el momento de encaminarnos hacia el Arco para el atardecer, pasó algo que estoy muy orgullosa de haber capturado...

Dos ballenas coordinadas, jugando a saltar juntas y que me permitieron poder capturar su complicidad en unos segundos. Ver de nuevo estas fotos me emociona muchísimo.

A la mañana siguiente, fuimos por fin a ver la Via Láctea, que esta vez sí nos dejó poder presenciarla. Aunque fuera para despedirnos de este gran viaje.

Luego, volvimos a embarcarnos para ver jorobadas. Esta vez estuvieron más tranquilas, como si ellas también sintieran el cansancio de haber madrugado todos esos días en busca de estrellas.

Aunque no hubo tantos saltos, sí vimos muchas colitas y espaldas. Una gran manera de cerrar el viaje que llevaba tantos años esperando poder hacer.


Estoy muy orgullosa de haber dejado de esperar a otras personas y haber tomado la iniciativa para cumplir un sueño que era solo mío.

El grupo con el que fui hizo de esta experiencia algo muy especial. Aunque yo no sabía ni quienes iban, pude coincidir con gente increíble que les gusta lo mismo que yo.
Otra de mis partes favoritas fue todo lo que aprendí de las Gaby's y Mariana, talentosas fotógrafas y mentoras que hicieron posible este viaje. Aprendí no solo a capturar imágenes, sino a ver el mundo a través de sus ojos.
Su atención al detalle, su paciencia para enseñar y su preocupación por cada persona del viaje, me hizo sentirme muy segura. Tomé la decisión correcta de con quién hacer esta experiencia.
Para mí, son de las personas más talentosas que he conocido. No puedo creer que toman semejantes fotos y que se sientan también como mentoras y amigas. Aquí les dejo sus perfiles para que vayan a admirar y enamorarse de sus fotografías.
Si quieren ver todos los viajes fotográficos que tienen a diferentes partes del mundo, los encuentran en Top Mexico.
Gracias por haber leído sobre el viaje que tantas ganas tenía de hacerlo. Ojalá que esto les inspire un poquito o les emocione igual que a mí.
Con amor,
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