
Ando emocionada pero con el corazón inquieto y poco saturada de trabajo, por eso no había tenido mucho tiempo de escribir por aquí, pero siempre me duele abandonar este espacio.
Así que aquí va una Polaroid con escrito cortita pero con mucho amor, para contar la noticia que me tiene sin poder pegar el ojo por las noches.
Me vuelvo a ir de viaje, y esta vez me voy 35 días a Guatemala, Belice y un cachito de México. Esta es la primera vez que lo cuento por aquí. Por supuesto que quiero hacer cartas para este viaje, así que, por favor, espérenlas. Me pueden dejar su mail aquí para avisarles cuando salga cada una.
Pero lo que en realidad quiero contar es que este viaje se siente diferente. Yo me siento muy distinta.

Es la primera vez que oficialmente “mochileo”, ya tengo empacado casi todo lo que voy a llevar en mi espalda en una mochila de 40L. Una parte de mí está triste de que no habrá espacio para artesanías.
Ahora no tengo tooodo tan planeado como la vez pasada. Hay semanas donde no tengo hospedaje y el plan es irlo reservando conforme avanzo, pero esta es la primera vez que lo hago así. Para mi sorpresa, eso ni siquiera es lo que me tiene nerviosa.
No voy completamente sola. Voy a alcanzar a una amiga que conocí en Perú, de la que ya he escrito por aquí. Ella siguió viajando por Latinoamérica desde que yo regresé por tres meses a México. Me emociona encontrármela. Aunque somos tan distintas, apreciamos muchas de las mismas cosas en los viajes: preferimos sentarnos y darnos una buena cena, el intercambio cultural nos encanta, y no dejamos de hacer nada de lo que queremos por ahorrarnos unos pesos. En eso nos entendemos muy bien.

Ella tiene más energía que yo, eso sí. Ella sube montañas por horas y le sigue quedando pila, y yo soy de las que necesita una siesta para reponerme. Pero para este viaje voy mentalizada y preparada… o por lo menos eso es lo que me digo cada vez que voy a entrenar. Me estoy preparando para subir volcanes y cargar mi equipaje. Estoy lista para ser imparable.
Igual, me muero del nervio. Hay tanto que quiero hacer que vivo con este miedito de que no me alcance el tiempo. Esta vez hice algo un poco diferente: durante las primeras semanas estaré trabajando remoto y después pedí vacaciones de mi full-time (mis clientes particulares, ntp, a ustedes les sigo entregando normal, no se me espanten). Pero justamente las primeras dos semanas de mi viaje son las que tienen los lugares que más me emocionan y están llenas de cosas que quiero hacer, así que tengo que encontrar la manera de que todo coincida y me alcance el tiempo.

Otra cosa que va a ser muy distinta en este viaje es que voy buscando muchas cosas que sé que me faltan. Por ahí, en alguna carta lo conté, pero Perú me hizo darme cuenta de que vivía con un vacío espiritual que estoy aprendiendo a manejar, y me propuse que este 2025 iba a vivir mi espiritualidad desde la curiosidad. Sigo sin entender qué respuestas busco, pero por coincidencias de la vida, hace unas semanas alguien me explicó sobre la cosmovisión maya y el Tzolkin, y sin darme cuenta, voy encaminada a uno de los lugares donde la cultura maya sigue más viva: el Lago Atitlán. Voy sin expectativas, pero con mucha curiosidad. No sé con qué me encuentre o qué me encuentre a mí. De eso, seguramente, también estaré escribiendo mucho.

Algo con lo que yo no contaba cuando pedí mis vacaciones y empecé a planear este viaje es que se venían las semanas de trabajo más pesadas de mi año. Además, me cayeron muchas noticias de cambios que empezaré a vivir en cuanto regrese de mi viaje. Esto me emociona, pero no quita que sienta nervios. Este año cumplo seis años de trabajar en la misma empresa, así que los cambios que se vienen para mí me entusiasman. He visto crecer, armarse, ajustarse, construirse y reconstruirse este proyecto que quiero tanto, pero ya me hacía falta un reto. Estoy lista para regresar y tomarlo.
En fin, esas son las novedades que tengo. Si tienen recomendaciones de dónde comer en Guatemala, qué hacer en Belice, o lugares secretos y lindos para recorrer la Riviera Maya hasta llegar a Cancún, mándenmelos, por favor.
Gracias por leerme y por compartir estos nervios conmigo.
Con amor,
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